Steve Talbott
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Tecnología y Muerte
Cuando destacaba más arriba que la muerte requiere acogida de nuestra parte aún cuando estemos obligados a trabajar en contra de ella, a algunos de ustedes les pudo haber venido a la mente un tema que yo he tratado ya en el pasado:
El computador es nuestra esperanza si podemos aceptarlo como nuestro enemigo; como nuestro amigo nos destruirá.
Hablando más generalmente: la tecnología es un tipo de principio mortal en la sociedad humana de hoy en día. Nosotros debemos frecuentemente acogerla y usarla, pero podemos hacerlo con seguridad sólo mientras trabajemos en contra de ella. Debemos continuamente volvernos más vivos y despiertos como seres humanos para poder preservar nuestra humanidad en presencia del potente magnetismo de las máquinas hacia el sonambulismo y el automatismo, el cual es muerte.
Desafortunadamente, la flexibilidad que se requiere para este tipo de aceptación creativa (la habilidad para movernos en direcciones aparentemente contradictorias y de crear una unidad más elevada de ellas) es exactamente lo que nuestra experiencia con las máquinas (y especialmente con máquinas inteligentes) tiende a desalentar. Podría sonar trillado, pero también es cierto, decir que las máquinas nos entrenan para pensar rígida, lógicamente mucho más que para pensar de formas expresivas y artísticas. El bailarín, el compositor, el pintor puede tomar movimientos opuestos y armonizarlos de una forma que el lógico no debe.
Pero si las máquinas nos arrastran hacia abajo y casi nada nos hala hacia arriba... bueno, ese es justo el punto. Esta asimetría es exactamente lo que necesitamos, sin importar cuan grave sea el riesgo de un resultado desastroso. Porque podemos volvernos más vivos y despiertos solamente desde nuestro interior. Una elección noble "extraída" de nosotros no sería una elección noble, no sería nuestra elección.
Una sociedad manejada por algo que es como una necesidad de tecnología mortal, pero sin nada que nos "obligue" a contrarrestar esta necesidad, es lo que nos permite despertar más cabalmente como personas. Después de todo, lo que hace a una persona, es la habilidad de actuar como una unidad propia, en vez de actuar debido a una necesidad externa o mecánica.
Nuestra relación con el ambiente, con la muerte, con la tecnología, requiere ser mucho más como una danza que como un mecanismo; ser mucho más la persecución expresiva de una imagen guiadora que la declaración de causas y efectos. Esta es la forma en la que cada organismo se mueve en el contexto ecológico, en el que sus propios gestos reflejan y se corresponden con todo lo demás que ocurre, pero de una manera que exprese su propio y único ser. Solamente con tal gracia podemos aceptar la muerte (o la tecnología) y en aquel mismo acto trascenderla.